La multinacional estadounidense anunció el cierre definitivo de su fábrica de lavarropas en el parque industrial de Fátima, en Pilar, medida que afecta a 220 trabajadores y modifica su estrategia en el país. La compañía dejará de fabricar localmente y pasará a concentrarse en ventas, importación y servicio técnico.
Whirlpool confirmó el cierre de su planta en Pilar tras comunicar la desvinculación de 220 empleados, incluidos equipos de gestión y cadena de suministro. La compañía explicó que continuará operando en la Argentina, pero sólo como importadora y comercializadora de electrodomésticos, accesorios y repuestos, en un modelo adaptado a las condiciones actuales del mercado.
Según la empresa, la medida responde a una combinación de factores internos y externos. En los últimos años implementó recortes de costos y mejoras operativas para competir con productos importados, en un contexto marcado además por el retroceso del consumo. Desde la filial señalaron que la decisión busca fortalecer su competitividad y reorganizar su cadena regional de suministro frente a un escenario más desafiante.
El cierre llega apenas tres años después de que Whirlpool inaugurara una planta de 30.000 metros cuadrados en Pilar, en la que había invertido US$50 millones y que presentaba como la más moderna del mundo en su tipo. La fábrica llegó a emplear a 460 trabajadores de manera directa y a más de 1000 de manera indirecta, con una capacidad de producción de 300.000 lavarropas anuales, el 70% destinados a exportación.
El repliegue industrial se suma a ajustes iniciados en 2024, cuando la compañía redujo un turno de producción y recortó 60 puestos. En ese momento, la empresa había explicado que buscaba adecuar sus procesos al contexto del mercado argentino, concentrando la operación en un solo turno y reorganizando tareas. El cierre definitivo representa el paso más drástico de esa reconfiguración.








