El Gobierno, al suspender transitoriamente los derechos de exportación al campo con el fin de fortalecer sus reservas en dólares, generó una reacción casi inmediata: una avalanche de ventas de granos y oleaginosas en apenas 48 horas.

Productores y comerciantes movilizaron más de 20 millones de toneladas, lo que equivale a la mayor operación comercial registrada en un lapso tan corto en los últimos años. Además, grandes empresas como Bunge, Cargill y Louis Dreyfus fueron protagonistas del movimiento, ajustando envíos y ganando protagonismo en la cadena exportadora.

No obstante, la fiesta comercial duró poco: los aranceles volvieron a reinstaurarse luego del parate, con gravámenes de alrededor del 25 % para soja y del 10 % para trigo y maíz. La decisión generó quejas en el sector agropecuario, que acusó al Gobierno de permitir que los exportadores se quedaran con la mayor parte de los beneficios del remate exprés.

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