La candidata de La Libertad Avanza llegó a la boleta gracias a su cercanía con la Secretaria General de la Presidencia, pese a carecer de trayectoria en Río Negro y estar rodeada de denuncias vinculadas al narcotráfico. Esto genera cuestionamientos sobre su legitimidad y subraya que la defensa de la provincia necesita dirigentes sin causas pendientes ni dependencia de dirigentes porteños.
La postulación de Villaverde en Río Negro despertó fuertes críticas dentro y fuera de La Libertad Avanza. Su nombre no surgió de la militancia local ni de un trabajo territorial, sino de una decisión tomada directamente en Buenos Aires por Karina Milei. Este origen centralizado alimenta la percepción de que se trata de una imposición ajena a la realidad provincial y desconectada de las demandas de los rionegrinos.
A las objeciones políticas se suma un factor aún más delicado: las denuncias que vinculan a Villaverde con causas de narcotráfico. Aunque no hay condenas judiciales firmes, las versiones y señalamientos públicos generan un manto de sospecha que erosiona su credibilidad y pone en cuestión los criterios utilizados por la conducción nacional al momento de definir candidaturas.
El caso refleja un problema estructural en la forma de construir poder político: decisiones tomadas a espaldas de la provincia y candidaturas que no ofrecen garantías de representación genuina. Para Río Negro, la defensa de los intereses locales requiere dirigentes con arraigo territorial, sin causas pendientes y con autonomía frente a los mandatos porteños.








