Su incorporación en la lista se resolvió en Buenos Aires con el aval directo de Karina Milei y Lule Menem, desplazando a referentes provinciales. Esa elección final plantea a la ciudadanía la discusión sobre hasta qué punto pesan las decisiones de la mesa chica libertaria por encima de la representación local y el recorrido territorial.

El desembarco de Lorena Villaverde en el Congreso generó sorpresa en la política rionegrina. Su nombre no figuraba en las conversaciones previas ni en la lista de dirigentes que venían construyendo presencia territorial en la provincia. La decisión se tomó a cientos de kilómetros de distancia: en Buenos Aires, en la mesa chica que integran Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, los principales armadores de La Libertad Avanza.

Esa movida implicó el desplazamiento de referentes locales que venían trabajando en la consolidación del espacio libertario en Río Negro. El corrimiento de dirigentes con trayectoria en favor de una candidata sin recorrido político previo en la provincia alimentó las críticas de sectores que cuestionan la centralización de las decisiones y el peso que tienen las alianzas personales por sobre el trabajo territorial.

Para los libertarios de la zona, el mensaje fue claro: la construcción partidaria queda subordinada al aval directo de la cúpula. Para la ciudadanía, en cambio, la designación abre un interrogante mayor: ¿qué lugar ocupan las demandas y particularidades de cada distrito en un esquema político que privilegia la confianza interna antes que la representatividad local?

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