La salud mental se ha convertido en un tema central en la agenda pública argentina, especialmente tras los efectos prolongados de la pandemia y las tensiones socioeconómicas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 20% de la población adulta del país presenta algún trastorno psicológico, siendo la ansiedad y la depresión los más frecuentes. Estos problemas impactan directamente en la calidad de vida, el desempeño laboral y las relaciones familiares.
El estrés laboral y la precarización del empleo son factores que contribuyen al aumento de los trastornos mentales. Estudios del Observatorio de Salud Mental de la UBA indican que más del 40% de los trabajadores reporta síntomas de agotamiento y ansiedad relacionados con la carga laboral y la incertidumbre económica. Los sectores más vulnerables incluyen jóvenes, trabajadores informales y personas con bajos ingresos.
Los adolescentes y jóvenes constituyen un grupo particularmente afectado. Datos del Ministerio de Salud muestran que cerca del 25% de los estudiantes de nivel secundario presenta síntomas de depresión o ansiedad, mientras que los intentos de suicidio entre menores de 25 años han crecido en los últimos cinco años. La falta de acceso a servicios de atención y la estigmatización dificultan la intervención temprana.
El sistema de salud mental en Argentina enfrenta desafíos importantes en infraestructura y cobertura. Aunque la Ley Nacional de Salud Mental (2010) establece la desinstitucionalización y la promoción de la atención comunitaria, la disponibilidad de profesionales y centros especializados sigue siendo insuficiente. Según el Observatorio de Salud del Ministerio de Salud, hay menos de 10 psicólogos por cada 10.000 habitantes en muchas provincias del interior.
Programas de prevención y promoción son clave para mitigar el impacto de los trastornos mentales. Iniciativas escolares, talleres comunitarios y campañas de concientización buscan reducir el estigma y enseñar herramientas de manejo de estrés y resiliencia. La integración de salud mental en la atención primaria se reconoce como una estrategia eficiente para llegar a mayor cantidad de personas.
El rol de la tecnología también se ha incrementado en la atención psicológica. Plataformas de telepsicología y aplicaciones móviles permiten acceder a terapias y seguimiento remoto, especialmente en zonas con cobertura limitada. Según un estudio de la Fundación INECO, más del 30% de los pacientes con ansiedad y depresión utilizan algún tipo de asistencia virtual en 2025, lo que mejora la continuidad del tratamiento y reduce barreras geográficas.
El futuro de la salud mental en Argentina depende de la articulación entre políticas públicas, educación y tecnología. La inversión en recursos humanos, la expansión de servicios comunitarios y el fortalecimiento de estrategias de prevención son esenciales para enfrentar la creciente demanda. Garantizar que la salud mental sea un componente integral del bienestar social es clave para construir una sociedad más resiliente y equitativa.







