En 2025, el comercio internacional argentino muestra señales de reactivación, impulsado principalmente por una mejora en las exportaciones agroindustriales y mineras. Según el INDEC, en el primer semestre del año las exportaciones crecieron un 9,2% interanual y alcanzaron los US$ 41.800 millones, mientras que las importaciones cayeron un 6,5%, dejando un superávit comercial acumulado de US$ 6.200 millones. Esta mejora se da tras dos años de restricciones cambiarias, caída de la producción y escasez de divisas.

El nuevo enfoque del gobierno nacional, centrado en la apertura comercial, la baja de retenciones y la eliminación de cupos, generó una mayor previsibilidad para los exportadores. Los complejos sojero, automotriz, minero y cárnico lideraron las ventas externas, mientras que sectores como la energía y la economía del conocimiento muestran un crecimiento sostenido, aunque aún incipiente. El litio, en particular, duplicó su volumen exportado respecto de 2024, con envíos por más de US$ 2.100 millones.

El comercio bilateral con Brasil, China y Estados Unidos continúa siendo prioritario, pero se diversificaron los destinos. India, Vietnam, Indonesia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos ganaron participación como nuevos mercados para alimentos, vinos, aceites y productos tecnológicos. En paralelo, se reactivaron los vínculos con la Unión Europea, donde Argentina busca aprovechar acuerdos fitosanitarios y ventajas arancelarias.

Las importaciones, por su parte, están más concentradas en bienes intermedios e insumos industriales, tras la eliminación de los sistemas de licencias previas. Esto permitió una mayor fluidez en la provisión de partes para la industria, pero también generó preocupación en sectores que advierten sobre la competencia desleal de productos asiáticos. La UIA reclama controles para proteger la producción nacional en sectores sensibles como calzado, textiles y electrodomésticos.

En el plano regional, el Mercosur atraviesa tensiones internas. La política de apertura unilateral de Argentina y Uruguay generó roces con Brasil, que exige mayor coordinación en materia arancelaria. Aún sin avances concretos, se discute la posibilidad de flexibilizar el bloque para permitir acuerdos individuales con terceros países. El pacto Mercosur-Unión Europea sigue sin ratificarse, pese a los esfuerzos diplomáticos de Brasil y Paraguay.

El tipo de cambio libre y la salida del cepo generaron una mayor transparencia en los precios del comercio exterior, aunque la volatilidad del dólar y la inflación interna aún afectan la competitividad. Según la Fundación ExportAr, los costos logísticos en Argentina siguen siendo un 30% más altos que el promedio regional, lo que limita las oportunidades de inserción para las pymes exportadoras.

A pesar del contexto global más estable que en años anteriores, los riesgos externos no desaparecen. Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, la desaceleración de la economía europea y la caída de los precios internacionales del petróleo y los granos generan incertidumbre sobre la demanda futura. En este escenario, los analistas advierten que Argentina necesita ganar productividad y consolidar una estrategia exportadora de largo plazo.

En síntesis, el comercio internacional argentino en 2025 muestra una leve recuperación y mayor dinamismo en algunos sectores clave. No obstante, las barreras estructurales —logísticas, financieras e institucionales— siguen condicionando su potencial. La integración global sigue siendo un objetivo posible, pero requiere una mirada estratégica que combine apertura, competitividad y desarrollo interno sostenible.

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