En 2025, las mascotas ocupan un lugar central en la vida cotidiana de millones de argentinos. Con más de 9 millones de perros y 6 millones de gatos registrados en hogares, según estimaciones del SENASA, el país se consolida como uno de los más “pet friendly” de América Latina. Esta tendencia no solo responde a un lazo afectivo, sino también a cambios sociales, urbanos y demográficos, como la baja natalidad, el aumento de hogares unipersonales y la búsqueda de compañía emocional.

El mercado de productos y servicios para mascotas atraviesa un crecimiento sostenido, pese al contexto económico. Según datos de la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal, el sector facturó más de $900 mil millones en el último año, con un alza del 72% interanual. Los rubros más dinámicos fueron el alimento balanceado premium, los servicios veterinarios, y el universo de accesorios y estética, que se profesionaliza cada vez más.

En paralelo, crece la preocupación por el bienestar animal. Cada vez más familias optan por la adopción en lugar de la compra, impulsadas por campañas de refugios y ONG. Solo en la Ciudad de Buenos Aires, se registraron más de 14.000 adopciones oficiales durante el primer semestre del año, una cifra récord. Sin embargo, la tenencia responsable aún enfrenta desafíos: se estima que en el país hay más de 3 millones de animales callejeros, muchos abandonados tras la pandemia.

La medicina veterinaria también evoluciona. Hoy es común ver clínicas especializadas en oncología, traumatología o fisioterapia animal. Además, los seguros de salud para mascotas, antes exclusivos de sectores altos, ganan terreno en la clase media. Según una encuesta de Voices! y Kantar, el 63% de los tutores declara llevar a su mascota al veterinario al menos dos veces por año, y el 40% invierte más de $25.000 mensuales en su cuidado.

El fenómeno “pet friendly” se expandió al comercio, la gastronomía y la movilidad urbana. Cada vez más bares, locales y medios de transporte permiten el ingreso de animales, en especial en grandes ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba. También proliferan parques temáticos, guarderías y hasta hoteles caninos. El vínculo con las mascotas dejó de ser un asunto doméstico para convertirse en una experiencia compartida en el espacio público.

En términos legales, algunos municipios avanzan con normativas más estrictas sobre tenencia responsable, identificación con chip, castración obligatoria y sanciones por maltrato. Sin embargo, aún existe una fuerte disparidad entre provincias, y muchos centros de zoonosis siguen operando con recursos mínimos. El Congreso Nacional analiza un nuevo régimen de protección animal que unificaría criterios y daría mayores herramientas a los gobiernos locales.

Otro aspecto creciente es el vínculo emocional. Psicólogos y terapeutas destacan el rol de las mascotas como fuente de contención, especialmente en personas mayores o solas. La pandemia consolidó esta relación y hoy muchos argentinos declaran considerar a sus animales parte de su familia. Esta humanización de los vínculos plantea también interrogantes éticos y debates en torno al consumo y las prácticas del cuidado.

En conclusión, el fenómeno de las mascotas en Argentina refleja cambios sociales profundos. Más allá de la moda o el consumo, el vínculo entre humanos y animales se afianza como una dimensión clave de la vida urbana, afectiva y cultural. El desafío, ahora, es acompañar este fenómeno con políticas públicas, responsabilidad colectiva y una mirada ética que asegure el bienestar de todos los seres vivos involucrados.

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