La demografía de Argentina refleja una sociedad en transición, con cambios notables en su estructura poblacional. Según el Censo Nacional 2022, el país cuenta con más de 46 millones de habitantes, lo que representa un crecimiento del 14,8 % respecto al censo anterior de 2010. Sin embargo, el ritmo de crecimiento ha disminuido en comparación con décadas anteriores, en línea con la tendencia de América Latina hacia una estabilización poblacional. La tasa de natalidad se redujo significativamente, ubicándose en 1,5 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo poblacional.
El envejecimiento poblacional es uno de los fenómenos más marcados. El 11,5 % de la población tiene más de 65 años, una cifra en aumento sostenido. Esto representa un desafío para el sistema previsional, sanitario y de cuidados, ya que se necesitarán más recursos y personal capacitado para atender a una población longeva. Al mismo tiempo, aumenta la presión sobre la población activa, que debe sostener con sus aportes el sistema de seguridad social en un contexto económico incierto.
En términos de distribución territorial, Argentina muestra fuertes desequilibrios. Más del 90 % de la población vive en áreas urbanas, y casi un tercio está concentrado en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Esto genera tensiones en infraestructura, servicios y transporte, mientras muchas regiones del interior enfrentan despoblación o envejecimiento acelerado. Políticas de desarrollo regional e incentivos a la radicación en provincias menos densamente pobladas son clave para corregir esta concentración.
La migración ha sido un factor estructural de la demografía argentina. Históricamente, el país recibió grandes olas migratorias europeas. En tiempos recientes, predomina la inmigración regional, con miles de ciudadanos de Bolivia, Paraguay, Perú y especialmente Venezuela. Argentina mantiene una política migratoria abierta en la región, aunque enfrenta desafíos para garantizar la integración plena de los migrantes, especialmente en materia de acceso a empleo, vivienda y educación.
La juventud, si bien disminuye en proporción, sigue siendo un segmento clave. El 24 % de la población tiene menos de 18 años, lo que exige políticas activas en educación, salud y formación para el empleo. La inversión en capital humano es fundamental para aprovechar el potencial de esta generación, especialmente en un contexto de transformación tecnológica, donde las habilidades digitales y la innovación son esenciales para la inclusión social y productiva.
En resumen, la demografía argentina presenta oportunidades y desafíos. El envejecimiento, la urbanización, la migración y la baja natalidad son fenómenos que exigen políticas públicas anticipatorias y sostenidas. Comprender estos cambios es clave para diseñar un país más equitativo, inclusivo y adaptado a los nuevos tiempos. Una planificación demográfica adecuada permitirá afrontar mejor los retos del presente y construir un futuro sostenible.







