La era digital ha convertido a la tecnología en el eje central del desarrollo humano. Hoy, casi todo pasa por una pantalla: trabajamos en línea, estudiamos a distancia y nos mantenemos informados al instante. Este nuevo entorno ha redefinido no solo la economía y la educación, sino también la manera en que construimos relaciones.
Las innovaciones tecnológicas han traído grandes beneficios. La inteligencia artificial optimiza procesos, la realidad aumentada enriquece la experiencia de aprendizaje y el internet de las cosas conecta desde electrodomésticos hasta sistemas de seguridad. Todo esto impulsa una transformación profunda en nuestras rutinas y aspiraciones.
No obstante, también hay riesgos que no pueden pasarse por alto: la sobreexposición digital, la pérdida de empleos por automatización y las brechas de acceso entre regiones y generaciones. Por eso, es urgente pensar en una tecnología con propósito, que combine avance con responsabilidad y ponga siempre a las personas en el centro.







