La CGT se enfrenta a una nueva prueba de fuerza al convocar un paro sin el apoyo de la UTA. La rebeldía de este gremio clave expone fisuras dentro del sindicalismo.
Este jueves, la CGT se enfrentará a un desafío significativo: organizar un nuevo paro sin el respaldo de la UTA, el gremio de colectiveros, que es fundamental para garantizar el éxito de estas medidas de fuerza. La UTA, liderada por Roberto Fernández, decidió no adherir al paro bajo el pretexto de una conciliación obligatoria relacionada con las paritarias sectoriales.
La decisión de la UTA pone de manifiesto una tendencia preocupante dentro del movimiento sindical argentino, donde varios de los gremios más poderosos comienzan a ceder ante las presiones del Gobierno de Javier Milei. Los operadores del Ejecutivo han logrado generar fisuras estratégicas dentro de la CGT, debilitando su unidad.
La CGT ahora dependerá de la capacidad de movilización del resto de los sectores, como el transporte ferroviario y aéreo, para demostrar su poder de convocatoria. Sin embargo, el hecho de que los colectivos sigan funcionando reduce significativamente el impacto de la huelga, lo que podría poner en evidencia la disminución de fuerza de la central obrera.
En medio de estas tensiones internas, la CGT también enfrenta desafíos de liderazgo. Héctor Daer, uno de los triunviros de la central, ha decidido no postularse para la reelección en noviembre, lo que podría marcar un cambio importante en la estructura interna de la CGT.








