El panorama laboral en Argentina durante 2025 muestra un escenario ambivalente. Por un lado, las cifras oficiales sugieren cierta estabilidad en el nivel general de empleo. Por otro, la calidad de los trabajos disponibles y la creciente informalidad dibujan un mercado laboral frágil, tensionado por la inflación, la baja inversión productiva y la incertidumbre económica.
El desempleo ha disminuido levemente en comparación con años anteriores, pero el alivio es parcial. El mercado absorbe mano de obra, aunque muchas veces lo hace en condiciones precarias: trabajos temporales, sin aportes, sin cobertura médica y con remuneraciones que no alcanzan a cubrir el costo de vida. Esta realidad afecta con fuerza a jóvenes, mujeres y trabajadores con baja calificación.
La informalidad laboral sigue siendo uno de los grandes desafíos del país. Una parte significativa de quienes hoy tienen empleo lo hacen fuera del circuito formal, sin derechos ni seguridad. Esta situación impacta directamente en el acceso a la seguridad social y en la capacidad del Estado para sostener sistemas como el previsional y el de salud pública.
Sectores como el comercio, la construcción y algunos servicios continúan siendo los principales generadores de empleo, aunque muchos de estos puestos están lejos de ofrecer estabilidad. Al mismo tiempo, actividades industriales o tecnológicas, con mayor valor agregado, no logran despegar por la falta de políticas de incentivo y el clima económico poco favorable para inversiones sostenidas.
El cierre de empresas y la reducción de personal en sectores formales también han dejado su huella. Muchos trabajadores que antes estaban en relación de dependencia hoy buscan ingresos en la economía informal o a través del cuentapropismo, con todo lo que eso implica en términos de protección y previsibilidad.
Frente a este escenario, la demanda por políticas laborales activas es cada vez más fuerte. La creación de empleo de calidad, la promoción de la capacitación profesional y el combate a la informalidad aparecen como ejes clave para reconstruir un mercado de trabajo más justo. Sin esas herramientas, el empleo en Argentina corre el riesgo de crecer solo en cantidad, pero no en dignidad.







